Comentario de las Lecturas Bíblicas para el Martes de la Tercera
Semana de Cuaresma
Daniel 3, 25. 34-43: Hoy estamos humillados por
toda la tierra, a causa de
nuestros pecados
Salmo 24,
4bc-5ab.6-7bc.8-9: Señor, recuerda tu misericordia
Mateo 18, 21-35: No te
digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces
siete
Mateo 18,21-35
Si cada cual no perdona de corazón a su hermano, tampoco el Padre os perdonará.
Lectura del santo evangelio según san Mateo:
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
La cuantificación y el esquema lógico que Pedro quiere hacer del perdón es
refutado inmediatamente por Jesús, quien le hace caer en cuenta de que el
perdón revela la calidad humana de quien lo concede, calidad que se logra en
la medida en que se asemeje al obrar del Padre Celestial. Por lo tanto no
son contables las veces en las cuales se deba conceder el perdón. De la
misma manera que el Padre no se cansa de otorgarnos su perdón, así debería
actuar cada uno de nosotros con su hermano.
El método que para enseñar usa aquí Jesús es el mismo de sus grandes
enseñanzas: el de la parábola. Su experiencia de sentirse amado y
reconciliado con el Padre y de sentir la necesidad de trasladar este perdón
o reconciliación a la sociedad humana, lo lleva a crear esta parábola en la
que queda claro la ilogicidad de quien no quiere perdonar. ¿Cómo es posible
que no sepamos perdonar a quien nos ofende, cuando el Padre Celestial nos
perdona a diario mil veces más? ¿No son nuestras mutuas ofensas humanas algo
pequeñito en comparación de nuestras ofensas para con Dios? Quien no sea
capaz de perdonar a su hermano, sencillamente, no merece el perdón de Dios.
A la gente de su tiempo y de nuestro tiempo Jesús no se cansa de reiterar
que el advenimiento del Reino será de manera distinta a lo visto hasta
entonces en el proceder humano. El Reino de Dios, por ser un acto de gracia
o de amor gratuito, parte de la reconciliación. Como lo hace Dios, hay que
acoger a todos los seres humanos, sin importar cuán pecadores sean. El Reino
acontece allí donde acontezca el amor gratuito, el perdón. Por eso su
acontecer es sencillamente la presencia tangible de la misericordia.
Mientras el mundo no rompa con el perdón el espiral de la venganza, no hará
habitable la tierra. La llenará de odio y de violencia. Es una obligación
perdonar y ser compasivos para con los hermanos, en agradecimiento a Dios,
que lo fue con nosotros.
fuente: http://www.servicioskoinonia.org/biblico/
Muchas otras reflecciones se consigue en:
http://www.geocities.com/~catolicos/homiliasespanol.htm
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El Santo del Día:
Beata María Josefa del Corazón de Jesús Sancho De Guerra
(1842-1912)
La Beata María Josefa del Corazón de Jesús, hija primogénitade Bernabé
Sancho, sillero, y de Petra de Guerra, ama de casa, nació en Vitoria
(España) el 7 de septiembre de 1842, y fue bautizada al día siguiente. Según
la costumbre vigente entonces, fue confirmada dos años más tarde, el 10 de
agosto de 1844. Huérfana de padre a la edad de siete años, la madre la
preparó para la Primera Comunión, que recibió a los diez años. A los quince
años, fue enviada a Madrid a casa de algunos parientes para completar su
educación y formación.
Características de su infancia y niñez, fueron: una fuerte piedad hacia la
Eucaristía y la Virgen María, una inclinación y sensibilidad hacia los
pobres y los enfermos y una inclinación al retiro.
Regresa a Vitoria a los 18 años y manifiesta a su madre el deseo de entrar
en un monasterio, por sentirse atraída hacia la vida claustral.
De adulta, la Beata M Josefa, solía repetir: «Nací con la vocación
religiosa». Solo que, a juzgar por las circunstancias, se deduce que pasó
por varias experiencias, no sin distintas sugerencias de prudentes
eclesiásticos antes de encontrar la forma definitiva de su vocación. De
hecho, estuvo a punto de entrar entre las Concepcionistas contemplativas de
Aranjuez en 1860, pero se lo impidió una grave enfermedad de tifus. Su madre
la ayudó a superar la desilusión.
En los meses siguientes, le pareció comprender que el Señor la llamaba a un
género de vida religiosa activo. De este modo se decidió a entrar en el
Instituto de las Siervas de María, fundado recientemente en Madrid por Santa
Soledad Torres Acosta. Al acercarse el tiempo de la profesión, fue asaltada
por graves dudas e incertidumbres sobre su efectiva llamada en aquel
Instituto. Confió su alma a distintos confesores y le dijeron que se había
equivocado de vocación.
Los contactos con el santo Arzobispo Claret y los coloquios serenos con la
misma Santa Soledad Torres Acosta, fueron madurando paulatinamente la
decisión de salir del Instituto de las Siervas de María para dar vida a una
nueva familia religiosa, que tuviera por finalidad exclusiva la asistencia a
los enfermos en los hospitales y en sus domicilios. Compartían este mismo
ideal otras 4 Siervas de María, que con el permiso del Cardenal Arzobispo de
Toledo, salieron junto con ella con la misma finalidad.
La nueva fundación se hizo en Bilbao en la primavera de 1871, cuando María
Josefa contaba 29 años. Desde entonces, y por 41 años seguidos, fue
Superiora del nuevo Instituto de las Siervas de Jesús. Se comprometió en
difíciles viajes para visitar las distintas Comunidades, hasta que una larga
enfermedad la confinó en la casa de Bilbao. Obligada a permanecer acostada o
en una butaca, seguía los aconteci-mientos de las varias Casas de España y
de fuera de ella, mediante una copiosa y preciosa correspon-dencia. A su
muerte, acontecida después de largos años de sufrimiento, el 20 de marzo de
1912, eran 43 las Casas fundadas y más de un millar sus religiosas.
Su santa muerte causó gran conmoción en Bilbao y en numerosas localidades
donde era conocida a través de las Casas de su Instituto. También sus
funerales tuvieron una resonancia extraordinaria. Fue enterrada en el
cementerio municipal de Bilbao. Pero en 1926, al crecer su fama de santidad,
sus restos mortales fueron trasladados a la Casa Madre del Instituto, y
sepultados en la capilla donde aún reposan.
fuente:
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/documents/ns_lit_doc_20001001_ma
ria-jozefa-corazon-jesus_sp.html
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LUZ PARA EL CAMINO Martes,
el 20 de Marzo de 2001
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desean
recibirlo.